Roberto Turull
La comunicación, esa transferencia y compartir de
conocimiento entre el parlante o emisor y el oyente o receptor, ha sido la clave de la evolución humana. El lenguaje, como forma más
efectiva, rápida y directa de comunicación nos ha dado una ventaja inherente. Hemos evolucionado, pasando de sonidos
onomatopéyicos, señales de humo, gestos y movimientos manuales a lo que somos
hoy en día: máquinas de comunicación. Desde hace años, también se le presta
atención, al lenguaje corporal que, sin ser verbal, comunica.
Desde que nos despertamos, estamos comunicándonos con nosotros
mismos y todo lo que sigue en el día es transferencia de información y toma de
decisiones. Recibimos y pasamos noticias. Los medios para comunicarse son
diversos y a medida que la tecnología avanza las opciones son mayores, aunque no necesariamente mejores.
Resulta, que el éxito o el fracaso de cualquier tarea serán definidos
no sólo por la capacidad de comunicarse, sino por la concentración que ponga tanto el que transmite como el
interlocutor. Cuando la acción depende sólo de nosotros el desarrollo es
todavía más dificultoso
La concentración es un proceso de razonamiento centralizado
en todo acto de nuestras vidas; para
todo es fundamental. Imagínense si no
nos concentramos al estudiar, al escuchar una clase, al ver una película o leer
un libro, al enviar un mensaje o para los simples quehaceres del día. Piensen
en el piloto, el astronauta, y todos los oficios y profesiones de alta
responsabilidad.
Hagan un recuento de todos los detalles que cada día pasamos por
alto, por sencillos que sean, y verán que son demasiados.
Cuantos problemas se evitaría la gente si prestara atención concentrándose
sin distracción. Los humanos han perdido en gran manera esa capacidad. Se ha
estudiado el rango de concentración o atención de las personas. El tiempo
dedicado en atención para un asunto sin
distraerse, cada vez es más reducido. Existe una falta enorme de esa habilidad en todas las faenas diarias.
¿No han notado que
preguntar “Qué” a todo lo que se nos dice se ha convertido en una manía?
La tecnología es culpable en gran parte de esta situación. Si
bien la tecnología ha revolucionado al mundo moderno trayendo consigo
facilidades y avances nunca soñados, se supone que para bien; a la vez nos ha
limitado la capacidad de atención.
Actualmente, las personas prefieren documentarse con cápsulas
informativas en vez de leer el texto completo, buscamos los titulares y no el
cuerpo del escrito. Nos guiamos de Wikipedia o cualquier otro medio informativo
del internet que nos simplifique la vida. Sólo basta con buscar al instante el
título de una obra y su autor y no tener que leer la obra.
Nos vamos
“entorpeciendo”, nos conformamos con la superficie y no con el fondo. Si vemos
televisión pasamos mil veces los canales y cuando nos interesa algo, lo
interrumpimos para atender los mensajes de WhatsApp o de Facebook, aparte del
baño y la cocina.
Insisto, no ponemos atención. ¿No han escuchado la frase? : “El
dominicano no lee” refiriéndose a la información en sus manos. Eso es aplicable en todo el mundo. Simplemente ganó
la comunicación y perdió la
concentración.
Citaré algunos casos comunes donde este problema está dañando
la calidad de vida:
· En
el cine o teatro debe pasar media hora desde que oscurecen la sala para que el público
se acomode produciéndose las siguientes manifestaciones: hablan por celular,
van al baño, al concesionario de bebidas y comidas, miran alrededor y se
cambian de asiento. Hagan ese ejercicio de observación y notarán que media hora es el período que
la gente se toma para mantenerse quieta
en su butaca. No es cierto que se
concentran en la película.
·
¿Han
notado que los camareros hacen creer que apuntan todos los requerimientos del
cliente? Recuerden el cuento del camarero que escucha la orden del filete: término
medio, con salsa bernesa, puré y
guarnición de vegetales hervidos; y al pasar la orden a la cocina sólo dice: “Un
filete”.
· Vas
al sastre, explicas los detalles de lo
que quieres y el maestro parece entenderte pero cuando da las indicaciones a
los operarios, entre la música a todo volumen y los cuentos repetidos pierden
la noción de su trabajo.
· ¿Le pusieron el color que pidió o el nombre
que solicitó en su bizcocho?: Claro que no; falta de concentración al escuchar,
al leer y al transmitir.
·
El
plomero: No he vuelto a utilizar a uno que en un momento crucial para controlar
una fuga de agua, interrumpió el trabajo para salir a chatear ¡En serio!
·
Las
fotocopias: ¿A quién le han reproducido la cantidad exacta y forma correcta de
lo que ha pedido fotocopiar? ¿Han visto el relajo con que se manejan los
empleados en centros de reproducción de documentos?
·
¿Quién
no ha olvidado un recibo para reclamar algo?
¿Quién no ha olvidado dónde dejó las llaves o los espejuelos?
· Ok,eso es olvido, pero a eso me refiero; no es que eres olvidadizo, es que tu
concentración es débil.
· ¿Va
al supermercado con una lista mental y hasta escrita y se le olvida comprar algo?
· El
índice de error en los trabajadores es más alto hoy que antes. ¡Está demostrado!
· Las
empresas se han visto obligadas a bloquear las redes sociales.
· Las cajeras de los bancos son interrumpidas
frecuentemente por sus compañeras y por los vagos que merodean los bancos. El
otro día una contó 5 veces el efectivo en sus manos porque un cliente llegó de
la calle y le pasó un pastelito. ¿Saben lo peor? ella lo aceptó gustosa y le
dio una mordida mientras yo esperaba en su ventanilla.
Muy bueno...
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