miércoles, 9 de julio de 2014

Comunicación y Concentración

Roberto Turull


La comunicación, esa transferencia y compartir de conocimiento entre el parlante o emisor y el oyente o receptor, ha sido la clave de la evolución humana. El lenguaje, como forma más efectiva, rápida y directa de comunicación nos ha dado una ventaja inherente. Hemos evolucionado, pasando de sonidos onomatopéyicos, señales de humo, gestos y movimientos manuales a lo que somos hoy en día: máquinas de comunicación. Desde hace años, también se le presta atención, al lenguaje corporal que, sin ser verbal, comunica.

Desde que nos despertamos, estamos comunicándonos con nosotros mismos y todo lo que sigue en el día es transferencia de información y toma de decisiones. Recibimos y pasamos noticias. Los medios para comunicarse son diversos y a medida que la tecnología avanza las opciones son mayores, aunque  no necesariamente mejores.
Resulta, que el éxito o el fracaso de cualquier tarea serán definidos no sólo por la capacidad de comunicarse, sino por la concentración que  ponga tanto el que transmite como el interlocutor. Cuando la acción depende sólo de nosotros el desarrollo es todavía más dificultoso

La concentración es un proceso de razonamiento centralizado en todo acto de nuestras vidas;  para todo es  fundamental. Imagínense si no nos concentramos al estudiar, al escuchar una clase, al ver una película o leer un libro, al enviar un mensaje o para los simples quehaceres del día. Piensen en el piloto, el astronauta, y todos los oficios y profesiones de alta responsabilidad.
Hagan un recuento de todos los detalles que cada día pasamos por alto, por sencillos que sean, y verán que son demasiados.

Cuantos problemas se evitaría la gente si prestara atención concentrándose sin distracción. Los humanos han perdido en gran manera esa capacidad. Se ha estudiado el rango de concentración o atención de las personas. El tiempo dedicado en  atención para un asunto sin distraerse, cada vez es más reducido. Existe una falta enorme de esa habilidad  en todas las faenas diarias.

¿No han notado que  preguntar “Qué” a todo lo que se nos dice se ha convertido en una manía?

La tecnología es culpable en gran parte de esta situación. Si bien la tecnología ha revolucionado al mundo moderno trayendo consigo facilidades y avances nunca soñados, se supone que para bien; a la vez nos ha limitado la capacidad de atención.

Actualmente, las personas prefieren documentarse con cápsulas informativas en vez de leer el texto completo, buscamos los titulares y no el cuerpo del escrito. Nos guiamos de Wikipedia o cualquier otro medio informativo del internet que nos simplifique la vida. Sólo basta con buscar al instante el título de una obra y su autor y no tener que leer la obra. 

Nos vamos “entorpeciendo”, nos conformamos con la superficie y no con el fondo. Si vemos televisión pasamos mil veces los canales y cuando nos interesa algo, lo interrumpimos para atender los mensajes de WhatsApp o de Facebook, aparte del baño y la cocina.

Insisto, no ponemos atención. ¿No han escuchado la frase? : “El dominicano no lee” refiriéndose a la información en sus manos. Eso es aplicable en todo el mundo. Simplemente ganó la comunicación y   perdió la concentración.

Citaré algunos casos comunes donde este problema está dañando la calidad de vida:

·     En el cine o teatro debe pasar media hora desde que oscurecen la sala para que el público se acomode produciéndose las siguientes manifestaciones: hablan por celular, van al baño, al concesionario de bebidas y comidas, miran alrededor y se cambian de asiento. Hagan ese ejercicio de observación  y notarán que media hora es el período que la  gente se toma para mantenerse quieta en su butaca. No es cierto que se  concentran en la película.

·        ¿Han notado que los camareros hacen creer que apuntan todos los requerimientos del cliente? Recuerden el cuento del camarero que escucha la orden del filete: término medio, con salsa bernesa,  puré y guarnición de vegetales hervidos; y al pasar la orden a la cocina sólo dice: “Un filete”.

·      Vas al sastre,  explicas los detalles de lo que quieres y el maestro parece entenderte pero cuando da las indicaciones a los operarios, entre la música a todo volumen y los cuentos repetidos pierden la noción de su trabajo.

·     ¿Le pusieron el color que pidió o el nombre que solicitó en su bizcocho?: Claro que no; falta de concentración al escuchar, al leer y al transmitir.

·        El plomero: No he vuelto a utilizar a uno que en un momento crucial para controlar una fuga de agua, interrumpió el trabajo para salir a chatear ¡En serio!

·        Las fotocopias: ¿A quién le han reproducido la cantidad exacta y forma correcta de lo que ha pedido fotocopiar? ¿Han visto el relajo con que se manejan los empleados en centros de reproducción de documentos?

·        ¿Quién no ha olvidado un recibo para reclamar algo?

      ¿Quién no ha olvidado dónde dejó las llaves o los espejuelos?

·     Ok,eso es olvido, pero a eso me refiero; no es que eres olvidadizo, es que tu concentración es débil.

·     ¿Va al supermercado con una lista mental y hasta escrita y se le olvida comprar algo?

·     El índice de error en los trabajadores es más alto hoy que antes. ¡Está demostrado!

·      Las empresas se han visto obligadas a bloquear las redes sociales.


·        Las cajeras de los bancos son interrumpidas frecuentemente por sus compañeras y por los vagos que merodean los bancos. El otro día una contó 5 veces el efectivo en sus manos porque un cliente llegó de la calle y le pasó un pastelito. ¿Saben lo peor? ella lo aceptó gustosa y le dio una mordida mientras yo esperaba en su ventanilla.


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